Cuando era un niño tenía una verdadera obsesión con las estampillas de fútbol, me gastaba todo el dinero del que disponía en comprarme todos los sobres de estampillas que pudiese. Y había muchas veces que me gastaba el dinero que no tenía, y le dejaba a mi madre pufos en el quiosco por culpa de mi adicción a las estampillas. De esta forma, coleccionando y cambiando las estampillas con mis amigos del colegio, me aprendía a todos los jugadores de la primera división de la liga. En aquella época no había internet como existe hoy en día y no podías acceder a la información de los equipos con tanta facilidad como ahora. Lo mejor que tenían las estampillas era el olor, tanto el álbum como las estampillas tenían un olor especial que conseguía atraparte, por lo menos a mí. Para conseguir terminar las colecciones de las estampillas, lo más normal y sencillo era hacerse socio del club panini, donde podías pedir las estampillas que te faltaban y ellos te las mandaban a casa por medio del correo ordinario. Hoy en día el único club al que pertenezco es al club central lechera asturiana, lo que me dice que me he convertido en un abuelete, ¿donde quedó mi infancia cuando coleccionaba mis adoradas estampillas? Parece como si hubiese sido ayer mismo, pero la verdad es que ya han pasado muchos años.
Hace unos ochos años intenté volver a coleccionar un álbum del mundial de fútbol con la ayuda de unos amigos, pero ya no teníamos la paciencia suficiente como para llegar a la mitad de la colección, las estampillas ya no eran la prioridad, preferíamos gastarnos el dinero en otras muchas cosas que en comprar estampillas y me parece completamente normal ya que ya no eran mi principal prioridad. Ya no es que los tiempos hayan cambiado sino que el que he cambiado he sido yo. Ojalá alguno de los hijos de mis amigos tengan esa misma afición que tenía yo para ayudarle a pegar las estampillas en el álbum y recordar tiempos mejores y más sencillos. ¿Quién no querría volver a sentirse joven otra vez con tan poco?