La mayoría de la gente que conozco tiene un montón de aficiones: les gustan las películas, los conciertos, las series, el fútbol, etc. A mí también me gustan cosas pero a casi ninguna de ellas la podría catalogar de hobby. No me quitan el sueño ni me paso la vida encontrando tiempo para disfrutarlas. Tal vez soy un poco rara, pero siempre ha sido mi carácter.
Pero también es verdad que, a veces, me gustaría sentir esa pasión que tiene la gente por esto o lo otro. A mi marido se le ilumina la cara cuando llega el domingo por la mañana ya que es la hora de la “grupeta”, de salir a pedalear con sus amigos. No sé si fue algo forzado o no, pero desde hace un tiempo yo me he vuelto una ‘cocinillas’, un poco como reacción para buscar una afición.
Debo decir que nunca me gustó mucho meterme en la cocina, pero desde que tenemos un hijo he tenido que ponerme manos a la obra con el tema. Estamos muy concienciados y queremos que tenga una alimentación sana, y eso solo se consigue sabiendo cocinar medianamente bien.
Pero, ya que he aprendido a cocinar para el niño, también estoy aprendiendo unos cuantos truquillos para los mayores. Una de mis recetas estrella, que mi marido devora precisamente cuando vuelve de su ‘tour’, es mi batido de plátano y chocolate. Usando productos naturales, incluyendo un poco de leche desnatada en polvo además de galletas y un toque de helado, hago un batido que es una verdadera delicia.
Tanto a mi marido como a mí nos va mucho lo dulce, aunque nos solemos moderar bastante, sobre todo ahora que no queremos que el niño tome mal ejemplo. Pero cuando llega el verano y apetece algo dulce, frío y sabroso, mi batido es el no va más.
Esta afición por la cocina me ha venido muy bien, porque es una afición práctica que me sirve, no solo para pasar un rato divertido, sino para aprender. Por ejemplo, he aprendido los usos de la leche desnatada en polvo que hasta ahora solo veía impresa en los ingredientes de algunos productos.