Estamos a finales de abril y, aunque el tiempo en Galicia siempre guarda alguna sorpresa, ya se siente ese runrún inconfundible: el verano está a la vuelta de la esquina. Los días son más largos, el sol empieza a calentar con más ganas y mi mirada se desvía inevitablemente hacia la piscina. Ahí está, todavía con la cubierta invernal, esperando pacientemente su momento. Sé que no puedo dormirme en los laureles; si quiero disfrutarla desde los primeros días de calor de verdad, es hora de poner en marcha la «Operación Puesta a Punto». Y eso, para mí, empieza con una tarea clave: coger el teléfono y empezar a llamar a empresas de mantenimiento de piscinas aquí, en la zona de Pontevedra.
Armado con mi lista de contactos –una mezcla de búsquedas en internet tipo «empresas mantenimiento piscinas Pontevedra«, alguna tarjeta guardada de años anteriores y recomendaciones de vecinos–, me dispongo a pasar un buen rato al teléfono. La primera llamada siempre es un poco para romper el hielo, pero pronto entro en modo automático: «Buenos días, llamo para pedir información y presupuesto para la puesta a punto de una piscina particular de cara al verano…». Explico brevemente el tamaño, si es de cloro o salina, y pregunto lo fundamental: ¿qué servicios exactos incluye esa puesta a punto inicial?
Porque no se trata solo de quitar la lona y pasar el limpiafondos. Quiero asegurarme de que revisarán la bomba y el filtro, que harán una limpieza profunda de paredes y fondo para eliminar las algas que seguramente han proliferado durante el invierno, que realizarán el tratamiento químico de choque inicial y ajustarán los niveles de pH y cloro para dejar el agua cristalina y segura. Pregunto por los productos que utilizan, si la limpieza del filtro está incluida, si revisan posibles fugas… Cada empresa tiene sus matices y sus tarifas, por supuesto, así que apunto precios y detalles para poder comparar.
Más allá del coste, intento captar la profesionalidad y la disponibilidad. «¿Para cuándo tendrían hueco? Sé que son fechas complicadas…» Les pregunto si tienen mucha demanda ya, intentando transmitir una urgencia moderada pero real. Una respuesta clara, una explicación detallada del proceso y una sensación general de seriedad son tan importantes como el presupuesto. No quiero llevarme sorpresas ni encontrarme con un servicio a medias cuando ya esté deseando darme el primer chapuzón.
Después de varias llamadas, comparativas y alguna deliberación, por fin consigo cuadrar una cita con una empresa que me ha transmitido confianza y cuyo presupuesto me parece razonable. Es un alivio cerrar este trámite. Aunque suponga un pequeño esfuerzo de gestión, sé que es la mejor manera de asegurarme un verano sin problemas en la piscina. Ahora sí, ya casi puedo escuchar el sonido del agua al moverse y sentir el frescor del primer baño de la temporada.