Mi nuevo ordenador 

Todo el mundo que me conoce sabe que soy un pesado a la hora de comprar, un pesado en el sentido de tomarme mucho tiempo para decidir. Y cuando digo mucho, es mucho: puedo pasarme semanas o meses decidiendo. Recientemente volví a poner a prueba la paciencia de los que me rodean con la compra de un ordenador personal. El mío dijo ‘basta’ y había que sustituirlo. Pero mientras miraba PCs usé un viejo portátil que todavía funcionaba bastante bien.

Soy de los que para trabajar prefiere un ordenador personal. Sé que hoy en día cada vez más gente usa un portátil, pero, en mi caso, como trabajo casi en exclusiva en casa no veo necesidad de tener un portátil como instrumento prioritario de trabajo. No cabe duda de que un PC siempre va tener más potencia y capacidad que un portátil a un precio más ajustado así que para mí es una buena compra.

Pero, además, yo siempre prefiero equipos informaticos a medida. Y es aquí donde está el ‘problema’. Un ordenador está formado por diversos componentes que van del procesador a la tarjeta gráfica, el ventilador, la placa base o la propia pantalla. Y a mí me gusta dominar todos los componentes que voy a comprar… sin ser un especialista. Sé que hay muchos que tienen un gran dominio de la informática y lo tienen fácil para distinguir una cosa de otra, pero yo tenía que hacer un curso acelerado de componentes informáticos en unas semanas. 

Y así fue como la compra de equipos informáticos a medida se fue retrasando en el tiempo. Dedicaba cada día a revisar un componente. Me hice hasta una lista con aquellos productos que más me gustaban o creía que se adaptaban a mis necesidades antes de acudir a la tienda para preguntar. Y todo este proceso llevó mucho tiempo. Pero un buen día mi viejo portátil también dejó de funcionar y me quedé sin nada y tuve que correr para comprar el ordenador que ya más o menos tenía en mente. Supongo que, a veces, hay que pensarse las cosas un poco menos.